Diversos autores han propuesto diferentes o posibles funciones del vídeo en los contextos educativos.
Cebrián enumera varias funciones (1984, 64:65),
Ferrés (1988), también propone como aplicaciones positivas del vídeo en el aula: la informativa, motivadora, expresiva, evaluativa, investigadora, lúdica, metalingüística. A este respecto Molina i Simó (1990) hace una división de las posibles funciones del vídeo respecto a los destinatarios; diferenciando funciones atendiendo al alumnado receptor como pueden ser: la obtención de información, comprensión y aprendizaje de códigos, técnicas y recursos audiovisuales, informaciones sobre cultura icónica, construir la propia identidad, etc. También a las funciones referidas con los equipos educativos: preparación de las clases, obtención de información cultural y psicopedagógica, cultura icónica, investigación. También vemos en esta autora, Molina i Simó, la única referencia al vídeo destinado a las familias con funciones como: obtención de información psicopedagógica, comprensión y sensibilización métodos, técnicas y recursos pedagógicos, análisis de actitudes y valores, etc. Por último su función de medio para la enseñanza (medio de presentación de información por el profesor, medio para la educación audiovisual, e instrumento para que los alumnos elaboren sus propios mensajes), para la formación del profesorado, y como contenido didáctico.
Cabero (1989:140) ya apuntaba, haciendo un ejercicio de síntesis entre las propuestas de los diversos autores, que el vídeo por sus características, posibilita una diversidad de roles dentro del contexto educativo: transmisor de información, instrumento de conocimiento, evaluador del aprendizaje, medio de formación del profesorado, herramienta de investigación psicodidáctica, instrumento de comunicación y alfabetización icónica y formación de actitudes en el alumno.
En la línea de los autores citados, Salinas (1992) propone tres grandes campos de aplicación del vídeo en el ámbito educativo:
Respecto al valor del vídeo en los procesos de enseñanza-aprendizaje, se destaca que este valor no se halla en sí mismo, sino que su uso se deberá atender a “unas intenciones, unas necesidades, unos objetivos, que tienen que estar estrechamente relacionados con la función y los objetivos que la escuela quiere conseguir” (Molina i Simó, 1990)
Asimismo Campuzano (1992: 123) formula que “puede usarse en la enseñanza si se encuentra su relación con los contenidos del programa y se establecen estrategias adecuadas de integración, pero algunos reúnen condiciones que hacen que su utilización sea más fácil y eficaz que otros”.
Por otro lado, Bravo (1996) defiende la importancia de que los vídeos utilizados en educación tengan una potencialidad expresiva alta, es decir, que utilicen todos los elementos que lo componen para reflejar el mensaje que quiere comunicar con la mayor claridad. En este sentido los vídeos elaborados en formato de vídeo-lección serían los que responderían mejor, ya que han sido diseñados con unos objetivos claros de aprendizaje después de su visionado.
Aguaded (1998) plantea las posibilidades del vídeo en tres vías: ver vídeos, estudio del medio como lenguaje audiovisual y el vídeo como medio de expresión. En esta última opción el autor apunta que:
Cebrián enumera varias funciones (1984, 64:65),
- instrumento de producción y creatividad;
- instrumento de análisis de la realidad circundante de los usuarios;
- recurso para la investigación, experimentación y seguimiento de procesos en los laboratorios y demás trabajos de tipo empírico;
- instrumento de auto observación en el aula;
- difusión de información;
- soporte de almacenamiento o banco de producciones audiovisuales;
- recurso para el análisis crítico de producciones audiovisuales y de la circulación de la información;
- medio de enseñanza al servicio de las disciplinas curriculares.
Ferrés (1988), también propone como aplicaciones positivas del vídeo en el aula: la informativa, motivadora, expresiva, evaluativa, investigadora, lúdica, metalingüística. A este respecto Molina i Simó (1990) hace una división de las posibles funciones del vídeo respecto a los destinatarios; diferenciando funciones atendiendo al alumnado receptor como pueden ser: la obtención de información, comprensión y aprendizaje de códigos, técnicas y recursos audiovisuales, informaciones sobre cultura icónica, construir la propia identidad, etc. También a las funciones referidas con los equipos educativos: preparación de las clases, obtención de información cultural y psicopedagógica, cultura icónica, investigación. También vemos en esta autora, Molina i Simó, la única referencia al vídeo destinado a las familias con funciones como: obtención de información psicopedagógica, comprensión y sensibilización métodos, técnicas y recursos pedagógicos, análisis de actitudes y valores, etc. Por último su función de medio para la enseñanza (medio de presentación de información por el profesor, medio para la educación audiovisual, e instrumento para que los alumnos elaboren sus propios mensajes), para la formación del profesorado, y como contenido didáctico.
Cabero (1989:140) ya apuntaba, haciendo un ejercicio de síntesis entre las propuestas de los diversos autores, que el vídeo por sus características, posibilita una diversidad de roles dentro del contexto educativo: transmisor de información, instrumento de conocimiento, evaluador del aprendizaje, medio de formación del profesorado, herramienta de investigación psicodidáctica, instrumento de comunicación y alfabetización icónica y formación de actitudes en el alumno.
En la línea de los autores citados, Salinas (1992) propone tres grandes campos de aplicación del vídeo en el ámbito educativo:
- Como medio para la enseñanza: medio de presentación de la materia en manos del profesorado, medio para la educación audiovisual, como instrumento en manos de los alumnos con el poder de elaborar sus propios mensajes.
- En la formación del profesorado: para la autoobservación, heteroobservación, microenseñanza, investigación didáctica y formación tecnológica.
- En la investigación didáctica como vehículo para el análisis de la realidad, en su vertiente “con” vídeo como “sobre” vídeo.
Respecto al valor del vídeo en los procesos de enseñanza-aprendizaje, se destaca que este valor no se halla en sí mismo, sino que su uso se deberá atender a “unas intenciones, unas necesidades, unos objetivos, que tienen que estar estrechamente relacionados con la función y los objetivos que la escuela quiere conseguir” (Molina i Simó, 1990)
Asimismo Campuzano (1992: 123) formula que “puede usarse en la enseñanza si se encuentra su relación con los contenidos del programa y se establecen estrategias adecuadas de integración, pero algunos reúnen condiciones que hacen que su utilización sea más fácil y eficaz que otros”.
Por otro lado, Bravo (1996) defiende la importancia de que los vídeos utilizados en educación tengan una potencialidad expresiva alta, es decir, que utilicen todos los elementos que lo componen para reflejar el mensaje que quiere comunicar con la mayor claridad. En este sentido los vídeos elaborados en formato de vídeo-lección serían los que responderían mejor, ya que han sido diseñados con unos objetivos claros de aprendizaje después de su visionado.
Aguaded (1998) plantea las posibilidades del vídeo en tres vías: ver vídeos, estudio del medio como lenguaje audiovisual y el vídeo como medio de expresión. En esta última opción el autor apunta que:
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“ ...la experiencia más apasionante en el proceso creativo con este lenguaje audiovisual -que requiere de una mínima preparación por parte de los alumnos y conocimiento, no sólo técnico, sino también tecnológico de los aparatos- es la producción de vídeos a través de bancos de imágenes propios y bandas sonoras originales. Pequeñas películas, cortometrajes, spots publicitarios, informativos, noticias del centro educativo, reportajes, investigaciones monográficas, trabajos sobre el entorno... tienen cabida en este nuevo lenguaje expresivo, que siempre ha de responder a una programación rigurosa y sistemática, donde se recojan explícitamente los objetivos, actividades, metodologías, recursos y criterios de evaluación que se van a poner en marcha.”
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Por otro lado, autores como Berk (2009) apuntan que el profesorado tiene que decidir el efecto que quieren producir en una situación de aprendizaje con el uso del vídeo, ya que aplicado de manera inapropiada, el vídeo puede distraer y disminuir el aprendizaje, incluso incitar a los estudiantes a la revuelta, por lo tanto su función y objetivo tiene que estar bien definido con carácter previo a su uso.
Para Gruber (2011), el uso del vídeo en clase es un facilitador de la construcción de un conocimiento significativo dado que se aprovecha el potencial comunicativo de las imágenes, los sonidos y las palabras para transmitir una serie de experiencias que estimulen los sentidos y los distintos estilos de aprendizaje en los alumnos para permitirles concebir una imagen más real de un concepto.
Como podemos apreciar, los diferentes autores suman multitud de funciones y posibilidades al medio vídeo en educación, que además aumentan día a día al mismo tiempo que avanza la tecnología.
Nosotros en la implementación de este recurso en nuestro proyecto, hemos seguido los usos descritos por Cabero (Cabero, 2000, 2005, 2015) de forma general, pero subrayando que el propio proceso del proyecto ha hecho que en muchos casos se solapen sus funciones o hayan aparecido otras nuevas, como se verá en cada una de las fichas elaboradas para cada buena práctica. De todas formas es bastante ajustada la propuesta del autor, respecto a las funciones del vídeo educativo:
Para Gruber (2011), el uso del vídeo en clase es un facilitador de la construcción de un conocimiento significativo dado que se aprovecha el potencial comunicativo de las imágenes, los sonidos y las palabras para transmitir una serie de experiencias que estimulen los sentidos y los distintos estilos de aprendizaje en los alumnos para permitirles concebir una imagen más real de un concepto.
Como podemos apreciar, los diferentes autores suman multitud de funciones y posibilidades al medio vídeo en educación, que además aumentan día a día al mismo tiempo que avanza la tecnología.
Nosotros en la implementación de este recurso en nuestro proyecto, hemos seguido los usos descritos por Cabero (Cabero, 2000, 2005, 2015) de forma general, pero subrayando que el propio proceso del proyecto ha hecho que en muchos casos se solapen sus funciones o hayan aparecido otras nuevas, como se verá en cada una de las fichas elaboradas para cada buena práctica. De todas formas es bastante ajustada la propuesta del autor, respecto a las funciones del vídeo educativo:
- Transmisión de información. Los medios audiovisuales facilitan la transmisión de contenidos, apoyando la explicación del profesor o describiendo procesos, conceptos o situaciones que pueden resultar difíciles de asimilar en el contexto de aula. Se utilizan tanto medios creados específicamente, como programas de televisión, documentales, podcast, etc.
- Motivación. Al captar la atención permite estrategias didácticas participativas e innovadoras y resulta un elemento motivador para los alumnos.
- Investigación. Cuando son utilizados en la investigación educativa de diferentes formas: en la investigación proceso-producto como fuente de datos; en la investigación sobre los procesos cognitivos de toma de decisión de los profesores, en estudios etnográficos o en situaciones de laboratorio.
- Evaluación. Encontramos diversas formas, entre las que destacamos; la evaluación a partir de documentos en vídeo o audio (vídeo, animaciones, archivos de sonido, etc.); la autoconfrontación por parte del alumnado de actividades, ejecuciones o habilidades realizadas; y la evaluación a partir de los productos realizados por los propios alumnos.
- Para la formación y perfeccionamiento del profesorado. En este caso, el uso de estos medios incide desde una doble perspectiva: como herramienta de perfeccionamiento de habilidades y estrategias docentes y como medio para la actualización de los contenidos de las diferentes áreas curriculares. Las técnicas más utilizadas en el primer caso son: microenseñanza, supervisión clínica, estudio de casos o la auto y heteroobservación.
- Como medio de expresión y alfabetización icónica por el alumnado, al desarrollar sus capacidades expresivas y al mismo tiempo contribuir a la alfabetización digital de estos medios y el lenguaje audiovisual.