Dentro de la amalgama de tecnologías emergentes en educación (Veletsianos, 2010), el vídeo digital se ha convertido en las últimas décadas en “el medio técnico audiovisual de mayor proyección”(García Varcárcel, 2009), superando al cine y la televisión. Su uso en la enseñanza no es nuevo, pero como apunta (Berk, 2009) actualmente plantea cambios en cuatro áreas con respecto al uso que tenía en sus orígenes:
(a) la variedad de formatos de vídeo,
(b) la facilidad con la que la tecnología vídeo se puede aplicar en el aula,
(c) el número de técnicas de vídeo que un instructor puede utilizar, y
(d) la investigación sobre el aprendizaje multimedia, que proporciona el soporte teórico y empírico para su uso como una herramienta de enseñanza eficaz.
Por otro lado, Cabero y Barroso ( 2015:89) en la misma línea de Berk, también apuntan que la actual convergencia, entre los avances tecnológicos en dispositivos de grabación y software de edición de vídeo, así como la facilidad de uso que ofrecen, han puesto al alcance de la mayoría de la población, la posibilidad de generar productos audiovisuales: “cualquiera puede grabar, montar o difundir un vídeo o clip de audio, de modo que los consumidores se convierten en productores” (Cabero y Barroso). Esta circunstancia amplía el espectro de posibilidades para el uso del vídeo en la educación con respecto a las propuestas del siglo pasado. En este cambio de paradigma, el alumnado asume un nuevo rol, el de “prosumidor” de vídeos, los consume y también los puede producir. Esta situación, por otro lado cotidiana en la vida de los estudiantes, es aprovechada en los contextos educativos dentro del marco curricular para llevar a cabo propuestas de situaciones de aprendizaje significativas, debido a los beneficios que reporta en el proceso de enseñanza-aprendizaje (S. Schuck & Kearney, 2006); el vídeo es un medio muy adecuado para el desarrollo de la competencia digital y la alfabetización audiovisual, que es ineludible dentro de la cultura multimodal en la que nos movemos.
En Canarias, desde hace ya algunos años, la administración educativa intenta fomentar desde sus políticas educativas la inclusión progresiva de “pedagogías emergentes” (Adell Segura y Castañeda, 2012) con un enfoque competencial del uso de las TIC´s para aprovechar todo su potencial. En esta línea, en el IES Puerto del Rosario, decidimos hace varios cursos introducir pequeñas situaciones de aprendizaje interdisciplinares en 1º de la ESO en las que el vídeo era el medio protagonista en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En aquella ocasión se diseñó un proceso didáctico que incluía los contenidos de las materias implicadas, Alemán y Educación Plástica y Visual para ser evaluados a través de un producto videográfico. El resultado de aquella experiencia educativa fue tan positivo respecto a los resultados de aprendizaje y desarrollo de competencias por parte del alumnado que se decidió extender esta práctica educativa dentro de las programaciones didácticas de ambas materias y la suma progresiva de mayor número de profesorado interesado en incluir este medio en el diseño de sus situaciones de aprendizaje.
Paralelamente a estas experiencias, el centro tenía una larga tradición en la participación de programas europeos y coincidió que en el curso 2013-2014 se abrió una nueva convocatoria para solicitarlos. El profesorado implicado en las experiencias del uso del vídeo como herramienta didáctica en los procesos de enseñanza y aprendizaje, consideró que era una oportunidad potencialmente positiva desarrollar experiencias de producción de vídeos en proyectos europeos Erasmus +, y en base a esto se diseñó “Recording Our Europe”, que fue presentado en la convocatoria.
Desde el diseño del proyecto se marcó como uno de los objetivos a conseguir al final del mismo, aglutinar en una pequeña guía de buenas prácticas las principales experiencias adquiridas en el uso del vídeo en los contextos educativos como una ayuda para nuevos proyectos o para su implementación por parte del cualquier docente en su práctica diaria.
El formato de guía de buenas práctica nos pareció el más adecuado por el significado que conlleva el propio concepto de “buena práctica” de transferibilidad y exportabilidad de la misma a otros contextos y situaciones.
Partiendo de las premisas anteriores, los objetivos a conseguir en la elaboración de esta guía de buenas prácticas son:
(a) la variedad de formatos de vídeo,
(b) la facilidad con la que la tecnología vídeo se puede aplicar en el aula,
(c) el número de técnicas de vídeo que un instructor puede utilizar, y
(d) la investigación sobre el aprendizaje multimedia, que proporciona el soporte teórico y empírico para su uso como una herramienta de enseñanza eficaz.
Por otro lado, Cabero y Barroso ( 2015:89) en la misma línea de Berk, también apuntan que la actual convergencia, entre los avances tecnológicos en dispositivos de grabación y software de edición de vídeo, así como la facilidad de uso que ofrecen, han puesto al alcance de la mayoría de la población, la posibilidad de generar productos audiovisuales: “cualquiera puede grabar, montar o difundir un vídeo o clip de audio, de modo que los consumidores se convierten en productores” (Cabero y Barroso). Esta circunstancia amplía el espectro de posibilidades para el uso del vídeo en la educación con respecto a las propuestas del siglo pasado. En este cambio de paradigma, el alumnado asume un nuevo rol, el de “prosumidor” de vídeos, los consume y también los puede producir. Esta situación, por otro lado cotidiana en la vida de los estudiantes, es aprovechada en los contextos educativos dentro del marco curricular para llevar a cabo propuestas de situaciones de aprendizaje significativas, debido a los beneficios que reporta en el proceso de enseñanza-aprendizaje (S. Schuck & Kearney, 2006); el vídeo es un medio muy adecuado para el desarrollo de la competencia digital y la alfabetización audiovisual, que es ineludible dentro de la cultura multimodal en la que nos movemos.
En Canarias, desde hace ya algunos años, la administración educativa intenta fomentar desde sus políticas educativas la inclusión progresiva de “pedagogías emergentes” (Adell Segura y Castañeda, 2012) con un enfoque competencial del uso de las TIC´s para aprovechar todo su potencial. En esta línea, en el IES Puerto del Rosario, decidimos hace varios cursos introducir pequeñas situaciones de aprendizaje interdisciplinares en 1º de la ESO en las que el vídeo era el medio protagonista en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En aquella ocasión se diseñó un proceso didáctico que incluía los contenidos de las materias implicadas, Alemán y Educación Plástica y Visual para ser evaluados a través de un producto videográfico. El resultado de aquella experiencia educativa fue tan positivo respecto a los resultados de aprendizaje y desarrollo de competencias por parte del alumnado que se decidió extender esta práctica educativa dentro de las programaciones didácticas de ambas materias y la suma progresiva de mayor número de profesorado interesado en incluir este medio en el diseño de sus situaciones de aprendizaje.
Paralelamente a estas experiencias, el centro tenía una larga tradición en la participación de programas europeos y coincidió que en el curso 2013-2014 se abrió una nueva convocatoria para solicitarlos. El profesorado implicado en las experiencias del uso del vídeo como herramienta didáctica en los procesos de enseñanza y aprendizaje, consideró que era una oportunidad potencialmente positiva desarrollar experiencias de producción de vídeos en proyectos europeos Erasmus +, y en base a esto se diseñó “Recording Our Europe”, que fue presentado en la convocatoria.
Desde el diseño del proyecto se marcó como uno de los objetivos a conseguir al final del mismo, aglutinar en una pequeña guía de buenas prácticas las principales experiencias adquiridas en el uso del vídeo en los contextos educativos como una ayuda para nuevos proyectos o para su implementación por parte del cualquier docente en su práctica diaria.
El formato de guía de buenas práctica nos pareció el más adecuado por el significado que conlleva el propio concepto de “buena práctica” de transferibilidad y exportabilidad de la misma a otros contextos y situaciones.
Partiendo de las premisas anteriores, los objetivos a conseguir en la elaboración de esta guía de buenas prácticas son:
Objetivos
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1. Conocer e intercambiar experiencias de innovación educativa con apoyo de las TIC utilizando el vídeo como herramienta.
2. Aportar pautas para la formación y actualización pedagógica del profesorado en el uso del vídeo como recurso educativo. 3. Hacer propuestas para apoyar una integración razonada del vídeo en el ámbito educativo. 4. Crear por parte del personal docente y del alumnado, contenidos didácticos innovadores en formato vídeo. 5. Promover diseños de actividades educativas y fomentar estrategias de trabajo colaborativo que pueden trascender los muros de las aulas convencionales a través del uso del vídeo. |
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Esperamos que nuestras experiencias significativas en el uso del vídeo en el contexto educativo en general y en un programa Erasmus + en particular, y recogidas en esta guía, sirvan de ayuda para otros docentes que quieran introducir el medio vídeo en el diseño de su práctica docente.